lunes, 9 de abril de 2012

La Plaza de San Antonio

La Plaza de San Antonio, de Aranjuez, es un claro ejemplo del arte barroco  de España. Dicha plaza surge como ordenación geométrica del escaso trazado de calles de Aranjuez en el siglo XVIII, para servir de conexión entre el Palacio Real de Aranjuez y el entramado urbano que se había ido formando al sur del mismo además de para congregar a un gran número de personas. Construida por Santiago Bonavía, durante el reinado de de Fernando VI, la plaza cuenta con una enorme planta rectangular definida por un contorno de edificios alineados. Dejando la plaza casi en su totalidad vacía a excepción de una pequeña fuente en su lado más septentrional y dejando amplios caminos en sus laterales decorados con calles, jardines y galerías las cuales eran edificios como la Casa de Caballeros la Casa de Oficios o la Casa de Infantes. Dichas Galerías estaban formadas por arcos de medio punto y enormes pilares rectangulares consiguiendo que la plaza de San Antonio sirviese como centro de Aranjuez puesto que tanto Oeste como a Este la plaza está delimitada por edificios.


Ya en la zona Sur de la plaza encontramos la iglesia de san Antonio cuya silueta barroca define y da personalidad a todo el conjunto. Concebida como el punto de fuga de la plaza. Fue proyectada en el año 1752 por Santiago Bonavía, quien, haciendo gala de su origen y formación, apostó por modelos de clara influencia italiana. Todo ello genera un efectista juego de curvas y contra curvas, muy escenográfico, con el que el templo pone el contrapunto a la distribución rectilínea de los demás elementos arquitectónicos de la plaza.

La cara norte de la plaza carece de arquerías, lo que facilita una conexión directa con el Jardín del Parterre, situado junto a la fachada oeste del Palacio Real. La sensación de contacto entre las dos áreas se refuerza con la ubicación en esta parte de la Fuente de Venus, cuyo porte monumental constituye un digno contrapunto de la Iglesia de San Antonio.
Esta fuente fue realizada por Juan Reyna, si bien su aspecto actual poco tiene que ver con el que ideó su autor. La primera gran transformación tuvo lugar en tiempos de Carlos III, que mandó sustituir la estatua de Fernando VI que coronaba inicialmente el conjunto por una figura de Venus, que es la que ha llegado hasta nuestros días. Pero los cambios más importantes se produjeron en 1830, cuando se amplió notablemente el número de motivos ornamentales de la fuente. Fueron incluidas diferentes representaciones de lagartos, caracolas y soles, así como una serie de amorcillos cabalgando sobre tritones, que se sumaron a los tres leones de mármol de Carrara del proyecto original. En un principio, la fuente era conocida como del Rey, por la estatua de Fernando VI que tenía instalada en su parte superior. Con el cambio del remate escultórico, recibió la denominación oficial de Venus, aunque todo el mundo empezó a llamarla la Mariblanca, debido al color de la figura de la diosa.




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